miércoles, 20 de junio de 2018

El arte de la guerra - Sun Tzu

Como en la historia de los antiguos sanadores, en la filosofía de Sun Tzu la eficiencia máxima del conocimiento y de la estrategia es hacer que el conflicto sea totalmente innecesario. Y lo mismo que en dicha historia, Sun Tzu explica todos los grados de las artes marciales: la mejor técnica militar es la que frustra los complots de los enemigos; a continuación, lo mejor es deshacer sus alianzas; después, atacar sus fuerzas armadas; y la peor es sitiar sus ciudades.

Esta estrategia ideal, mediante la que es posible ganar sin luchar, y que consigue el máximo haciendo lo mínimo, lleva la impronta característica del taoísmo, la antigua tradición del conocimiento que alimentó tanto las artes de la curación como las artes marciales chinas. Los antiguos maestros taoístas mostraron cómo el hombre violento y agresivo parece implacable, pero en realidad es una persona emocional; a continuación hacen morir al hombre emocional con verdadera implacabilidad antes de revelar la naturaleza espontánea de la libertad humana. La verdadera implacabilidad, la frialdad de la objetividad total, siempre le incluye a uno mismo con la acritud del juicio cortante sobre la situación real. Esta es la implacabilidad de Lao Tse cuando dice en el Tao Te King que el universo es inhumano y que el sabio considera a las personas como a los perros de paja utilizados para los sacrificios rituales. Chuang Tse, otro antiguo maestro taoísta, también da numerosos ejemplos muy vivos de implacabilidad hacia uno mismo, como ejercicio de perspectiva diseñado para alcanzar el cese de los conflictos internos y externos. Esta «ausencia de humanidad» no es utilizada por los filósofos primitivos como una justificación de la agresión posesiva casi implacable, sino como una meditación sobre la carencia última de sentido de la codicia y de la posesividad que subyacen en toda agresión. En la India, los aspirantes budistas acostumbraban a visitar las hogueras crematorias y a observar cómo se pudrían los cadáveres de las personas muertas cuyos familiares no habían podido pagar una cremación. Lo hacían para expulsar fuera de sí la codicia y la posesividad. Después de conseguirlo, dirigían sus mentes hacia pensamientos sobre individuos y sociedades ideales. De la misma manera, el maestro Sun hace que sus lectores mediten en los estragos de la guerra, desde sus fases iniciales de maldad y alienación hasta sus formas extremas de ataques incendiarios y de asedios, contemplados todos ellos como una especie de canibalismo masivo de los recursos de la naturaleza y de la misma humanidad. Mediante este método proporciona al lector un sentimiento acrecentado del significado de las virtudes individuales y sociales abrazadas por los pacifistas humanistas.

Con mucha frecuencia se piensa que la paradoja es uno de los recursos de la psicología taoísta, utilizado para trascender las barreras imperceptibles de la conciencia. Es posible que la paradoja de El arte de la guerra resida en su oposición a la guerra. Y la manera en que El arte de la guerra lucha contra la guerra es mediante los propios principios de la guerra: infiltra las líneas enemigas, descubre los secretos del adversario y hace cambiar los corazones de las tropas contrarias. 

Sun Tzu: <Es mejor ganar sin luchar>

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